Francia prohibe los neonicotinoides

Francia prohíbe completamente el uso de insecticidas que contengan neonicotinoides, con el fin de proteger las colonias de abejas y va así un paso más allá que el conjunto de la Unión Europea (UE), que a principios de 2018 prohibió el uso de tres sustancias dañinas para las abejas del grupo de los neonicotinoides, pero sólo en campo abierto, una medida que entrará en vigor antes de finales de año.
El país galo, en cambio, incluye dos insecticidas más y extiende su prohibición a cualquier uso. La ley, que se acordó ya en 2016 bajo el Gobierno socialista, permite excepciones hasta el verano (boreal) de 2020.
Varias asociaciones francesas de campesinos criticaron que un gran número de productores se encuentran ahora en un «dramático callejón sin salida». La federación FNSEA pidió excepciones para el cultivo de maíz y nabos porque en estos sectores no hay soluciones alternativas. (dpa)
El sábado 1 de septiembre, en este sentido, entró en vigor en Francia la prohibición genérica de utilización de los cinco insecticidas neonicotinoides utilizados en agricultura.
La prohibición ha sido aclamada por los apicultores y activistas ambientales, pero ha provocado protestas del sectores agroquímico y de agricultores de cereal y remolacha azucarera, que afirman que no existen alternativas efectivas para proteger sus cultivos contra las plagas de insectos.
La decisión adoptada por el gobierno francés se avanza a la prohibición acordada después de un largo debate por la Unión Europea, que afectará a los usos agrícolas en campos abiertos (no en invernaderos) de los neonicotinoides clotianidina, imidacloprid y tiametoxam. En el caso de Francia, la lista se completa con los neonicotinoides tiacloprid y acetamiprid; y se deberá aplicar a todos los usos agrícolas (incluidos los invernaderos).
Fuera de la Unión Europea, Canadá también ha anunciado planes para eliminar gradualmente la clotianidina y el tiametoxam en aplicaciones agrícolas.
Los neonicotinoides sintetizados en laboratorio se utilizan de forma masiva desde la década de 1990, se basan en la estructura química de la nicotina y atacan el sistema nervioso central de los insectos. Estos productos estaban destinados a substituir a los insecticidas más antiguos porque algunos estudios indicaban que eran menos dañinos para el medio ambiente. Análisis más recientes han indicados que los neonicotinoides suponen un riesgo muy elevado para insectos polinizadores como las abejas.
Además de alterar la conducta de las productoras de la miel y provocar daños dramáticos en sus colonias, algunas investigaciones han sugerido que -como ocurre con la nicotina para los seres humanos-, los neonicotinoides tienen una atracción adictiva para insectos como las abejas y los abejorros.