Los alimentos y su preparación

En la alimentación suplementaria son utilizados una serie de productos; siendo los más comunes y recomendables el azúcar refinada de caña o remolacha, los jarabes de alta fructosa y la glucosa comercial.

Paralelamente, en muchos países y mercados existen una serie de preparados comerciales que contemplan este tipo de alimentación. La mayoría de ellos, están formados en su composición por los productos antes mencionados contando además, con el agregado de complejos alimenticios que aportan importantes cantidades de vitaminas, aminoácidos y distintas fuentes de proteínas.

Existen otros productos, que muchas veces son utilizados por el apicultor, y que NO son aconsejados ya que pueden ocasionar serios disturbios nutricionales en la abeja. De éstos, los más utilizados son el azúcar rubia o morena, jugos y barridos de industrias de dulces, melaza, etc. La miel vieja, oscura y/o recalentada y aquella que ha empezado a fermentar, son desaconsejables para alimentar a nuestras abejas, ya que los productos del metabolismo de las levaduras pueden resultar tóxicos para ellas.

La sacarosa o azúcar común

Puede suministrarse bajo forma de jarabes, directamente seca o de consistencia intermedia bajo forma de pastas o candi.

El jarabe elaborado en base a azúcar es el más tradicionalmente utilizado por los apicultores; habiendo demostrado un excelente comportamiento y una serie de ventajas frente a los demás productos. Es fácil de preparar, aconsejándose realizar una mezcla de dos partes de azúcar con una parte de agua, disolviéndose el azúcar en el agua. A los efectos de facilitar ésta operación, se puede calentar el agua hasta hacerla llegar a su punto de ebullición, retirándola luego de la fuente de calor y agregando el azúcar. En este aspecto merece resaltar que si nosotros mantenemos la preparación hirviendo, estaremos aumentando considerablemente el nivel de hidroximetilfurfural (HMF) de la mezcla, con el consiguiente perjuicio para las abejas. Distintos estudios han demostrado que ya a niveles de HMF superiores a los 3 miligramos por cada 100 gramos, producen un cierto grado de toxicidad en la abeja, con la consiguiente disminución de la longevidad de su vida. Estos mismos estudios, son los que han llevado a desaconsejar la inversión de la sacarosa a través de distintos ácidos y calor; ya que por éstos procedimientos se eleva el nivel de HMF en forma importante. Paralelamente, al hacer hervir la mezcla del agua y el azúcar juntas, se corre el riesgo de que se pueda producir la caramelización del azúcar, con lo que disminuimos las buenas características de este alimento.

Se debe de esperar a que el jarabe se enfríe para suministrárselo a las abejas, lográndose un más fácil y rápido consumo del mismo, si se suministra tibio a las abejas.

En caso de que utilicemos el jarabe como vehículo para dar algún medicamento a las abejas, se deberá esperar a que el mismo se enfríe, para recién después agregar los medicamentos a la mezcla.

De acuerdo a la cantidad de azúcar utilizada, el jarabe puede llegar a cristalizar; por lo cual, si no se va a utilizar inmediatamente se aconseja agregarle una cucharada de ácido tartárico por cada 50 kilos de azúcar. Para evitar la cristalización se aconseja preparar los mismos con una concentración de azúcares no superior al 66%. Un aspecto importante con respecto a estos jarabes, es que se deben de preparar el o los días previos a que se utilizarán, no siendo posible almacenarlos más de 8 – 10 días, ya que fermenta.

Las abejas consumirán y almacenarán en las celdillas este jarabe, agregando enzimas al mismo y dejándolo en condiciones de ser utilizado y asimilado directamente. La cantidad de jarabe a suministrar dependerá de la fortaleza y necesidades de las colmenas, así como del tipo y capacidad del alimentador a utilizar. Si hemos optado por sustituir las reservas invernales naturales de miel por algún otro producto, esto lo debemos realizar una vez finalizada la temporada y cuando todavía el clima es templado. De esta forma estaremos facilitando el traslado y procesamiento del jarabe. De ser posible, este jarabe deberá ser suministrado de una sola vez a los efectos de evitar la estimulación de la postura de la reina. Al estimar los volúmenes de jarabe, debemos recordar que la abeja consume alrededor de un 23% de los azúcares para su traslado y procesamiento; siendo solamente el 77% restante el que quedará como reserva. No olvidemos que la alimentación artificial de las abejas es una tarea que nos lleva tiempo y dinero; de donde la misma deberá ser planificada y prevista de antemano.

Hay apicultores que se inclinan a suministrar el azúcar granulada seca directamente. La misma se proporciona directamente sobre papeles arriba de los cabezales de los cuadros, o en alimentadores interiores que permiten el fácil acceso de las abejas.  Otros utilizan las entretapas agujereadas para suministrarles el azúcar esparcido en ese lugar, donde las abejas tienen acceso. Para suministrar el azúcar de ésta forma, se deberá tener la precaución de que la misma no caiga al piso de la colmena, ya que de ser así, las abejas la barrerán y retirarán fuera de la misma.

Para la utilización del alimento bajo esta forma, es necesario que exista una buena fuente de agua en las cercanías. En zonas o inviernos muy húmedos, esta forma de alimento ayuda en cierta manera a controlar la humedad interna de la colmena y es hasta más aconsejable que los jarabes líquidos.