Recomendaciones para tratar la Varroa

Las variables a considerar al momento de definir la estrategia de control a utilizar son eficacias superiores al 85%, daños en cría y abeja, esfuerzo a realizar para su aplicación, costo, generación de residuos y desarrollo de resistencia.

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Varroa destructor es un ácaro que parasita la abeja Apis Melífera en estadíos juveniles y adultos, afectando seriamente su supervivencia, considerándose a  esta parasitosis una de las mayores amenazas para la actividad apícola mundial. Los ácaros se multiplican dentro de las celdas operculadas y, por ello, el crecimiento de la población ocurre en períodos donde se encuentre cría en la colonia, señala un artículo elaborado por Gabriel Gómez del Grupo Apícola Pampero que nuestro medio presenta en versión periodística.

Para su reproducción, Varroa destructor ingresa a las celdas de cría de las abejas aproximadamente un día antes de que sea operculada con una preferencia por las celdas de zánganos en promedio 8,33 veces más que por las celdas de obrera. El ciclo de cría más extenso de los zánganos permite que emerjan más ácaros fértiles.

La Varroa coevolucionó con la abeja asiática Apis Cerana y a mediados del siglo XX fue introducida en occidente e infectó colonias de Apis Melífera, diseminándose rápidamente. La aparición del ácaro en Argentina se remonta a la década del ´70. En 1976 se publicó su presencia en Laguna Blanca, provincia de Formosa.

Desde su aparición se han intentado mitigar sus efectos utilizando como principal herramienta acaricidas de síntesis. Inicialmente, los mismos fueron muy efectivos, pero su uso intensivo generó resistencia del ácaro, además de residuos en cera y miel. Esto, a su vez, produjo que los productores apícolas pierdan confianza en los acaricidas comerciales, utilizando como alternativa medicamentos artesanales los que elaborados en la mayoría de los casos sin un sustento teórico profundizaron los problemas mencionados.

Los primeros controles utilizados contra varroasis no tuvieron en cuenta las condiciones biológicas de las colonias. La aplicación de los acaricidas se realizaba mediante fumigación, evaporación, espolvoreo y aerosol, de manera que el efecto duraba sólo cuatro días luego de su aplicación y no se lograban buenos resultados.

Para mejorar los resultados se realizaban sucesivas aplicaciones para que actúen en todo el ciclo biológico del ácaro, siendo muy laboriosa su aplicación, originando problemas de residuos y escasa eficacia en colmenas con cría. Ante esta situación, surgieron los tratamientos de liberación lenta con los que se obtuvieron mejores eficacias cuando el producto acaricida en su soporte se aplicaba entre cuadros que cuando se lo ponía sobre los cabezales de los cuadros.

Los compuestos sintéticos más utilizados por los apicultores del mundo en la actualidad para el control de varroasis son: flumetrina, fluvalinato, amitraz y cumafós. En Argentina Para su control, se utilizaron principios activos sintéticos, principalmente piretroides (fluvalinato, flumetrina), fosforados (cumafós) y formamidinas (amitraz), y con el tiempo surgieron poblaciones de ácaros resistentes.

 

Los inicios de la Varroaresistencia…

Los primeros indicios de resistencia surgieron en el año 96, ocasión en la que se utilizó fluvalinato y al finalizar el tratamiento permanecieron altos los niveles de infestación. Para contrarrestar esta problemática, los productores empezaron a utilizar tratamientos artesanales en base a amitraz y cumafós.

Estos acaricidas, al igual que el fluvalinato, comenzaron a presentar problemas. Estudios realizados por el Laboratorio de Artrópodos de la Universidad de Mar Del Plata, muestran casos de resistencia a cumafós en la provincia Entre Ríos, problemática que también se encontró en Buenos Aires. Lo mismo con amitraz del que se conoce resistencia del ácaro desde el año 2010 en Santa Fe.

Una alternativa a los acaricidas tradicionales es el uso de productos orgánicos, no contaminantes, que resguarden el medioambiente, la calidad de vida de la colmena y la salud del consumidor. En los últimos años, la mayor parte de la investigación acerca de productos para el control de Varroa se ha dirigido hacia el uso de ácidos orgánicos y aceites esenciales.

El ácido oxálico es uno de los compuestos orgánicos más prometedores para el control de Varroa. En comparación con otros acaricidas han sido mencionadas muchas ventajas, entre ellas alta eficacia y baja variabilidad en su eficacia, baja o nula toxicidad para las abejas y baja residualidad. No obstante los métodos de aplicación recomendados hacen que la adopción de este producto resulte poco aplicable en grandes colmenares.

 

¿Qué hacer antes de la invernada?

Siempre se debe tener en cuenta que el ácaro Varroa se reproduce dentro de las celdas de cría por lo  que  en las  temporadas largas  y productivas numerosos ciclos de cría propician la multiplicación de Varroa en nuestros apiarios. Asegurarnos que los últimos ciclos de cría estén libres de Varroa no es tarea fácil sobre todo teniendo en cuenta que si no realizamos bien esta tarea afectamos nuestra próxima temporada productiva ya que las abejas a tratar deberán pasar el invierno y alimentar las primeras crías de primavera. Para trabajar en este sentido es recomendable conocer el porcentaje de infestación de Varroa en cada uno de los apiarios, tomando muestras de 300 abejas del 10% de las colmenas antes y después de cada tratamiento acaricida con el método del frasco. Siendo el umbral de control recomendado por la Cooperativa de Trabajo Apícola Pampero de un 1%, colonias que invernan con umbrales superiores pueden presentar serios daños en primavera, aumentando su incidencia en los casos en que continúa la postura en la invernada.

 

Tratamiento

Al cierre de la temporada es recomendable tratar las colmenas en cámara de cría, asegurando la circulación de Varroa en un sector reducido y propiciando el contacto del acaricida elegido con el ácaro.

Las variables fundamentales a tener en cuenta de un acaricida al momento de definir la estrategia de control a utilizar son: eficacias superiores al 85%, daños en cría y abeja, esfuerzo a realizar para su aplicación, costo, generación de residuos y desarrollo de resistencia.